Augustus Pope fue el que
patentó la primera alarma el 21 de junio de 1853. Antes de él, la gente
utilizaba a sus perros para evitar entradas no deseadas. El prototipo de Pope
funcionaba a pilas y reaccionaba al cerrar un circuito eléctrico donde las puertas
y ventanas se conectaban a una conexión paralela. Si se abría una de ellas, se
abría también el circuito y se producía una vibración que movía un martillo el
cual golpeaba a una campana. Por mucho que se cerrara la puerta, no dejaba de
sonar puesto que un muelle en la pared hacía que el circuito siguiera en
funcionamiento.
Los inicios de las empresas de alarmas
Edwin Holmes fue el fundador
de la primera compañía de alarmas eléctricas en 1957, cuando compró la patente de Pope.
Holmes construyó una
estación central para que su sistema funcionase junto a un cable telefónico. Su
hijo hizo un trato y consiguió el uso exclusivo de la red telefónica de Nueva
York para sus sistemas.
La oficina central de llamadas de emergencias
Edward Calahan ideó un plan
consistente en colocar en cincuenta casa alrededor de la de su jefe (el cual
había sufrido un robo) una caja de alarma con una campana que conectara las
casas. Cada detector era determinado por un tipo de toque de campana, el cual
permitía saber dónde se producía el robo.
Pero Calahn no paró ahí. Se
dio cuenta de que la mayoría de robos se daba en la ciudad y que, además de
saber que se estaba produciendo un robo, era necesario poder proporcionar la
ayuda necesaria. Por ello creó una centralita de llamada de emergencia. La llamada era atendida
por mensajeros que iban al lugar a organizar la ayuda.
Este sistema no requería
casi mantenimiento porque usaba la red eléctrica de la estación central de
trenes.
Siglo XX
Durante este siglo, la
preocupación por la seguridad fue aumentando y el coste de las cajas de alarma
de Calahan fue disminuyendo por lo que más gente las tenía.
En los setenta se
introdujeron los sensores de movimiento y, más tarde, llegaron los primeros
sistemas inalámbricos que revolucionaron
este mercado por su comodidad.
Funcionamiento de las alarmas
Las alarmas, desde los
primeros modelos, funcionan gracias a dos aspectos básicos, un sensor de
entrada y un sistema de alarma que es el que avisa de la entrada.
En el modelo de Pope el
sensor era el circuito que se abría con la puerta o ventana y el sistema de
alarma una campana.
Hoy en día tenemos sensores
de movimiento entrada y señales de intrusión que van directamente a una central
receptora.
En esta central receptora,
un técnico revisa las imágenes (por si es una falsa alarma) y contacta con los
propietarios. Si confirma que hay una entrada no autorizada o alguna emergencia
(como puede ser un incendio), avisa a los cuerpos de seguridad requeridos para
que acudan lo más rápido posible.
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